El pelícano en Paz

Esta columna NO es para promover el uso de psicodélicos, repito… esta columna NO es para promover el uso de psicodélicos. De hecho, si me preguntan si acaso sería bueno intentarlo, probarlos y me lo preguntan viéndome a los ojos, honestamente, solo les contestaría que no lo hagan. Un buen ciudadano NO toma psicodélicos porque es ilegal, tampoco los toman los robots, ni las marionetas, ni ninguna de estas imágenes que ahora inserté en su mente, sí, todas reduccionistas, mecanizadas y de “buen” comportamiento, lo sé. Y no lo hacen porque eso sería portarse mal y portarse mal es un pecado, de hecho, es el primer pecado que se comete en el jardín del edén, mismo que provocó que se les echara.

La semana pasada, en miércoles de mercurio tuve una de las experiencias psicodélicas más importantes de mi vida, el jueves era de Júpiter y era un día muy especial por ser el cumple de mi novia, pero Dios quiso que un día antes se me diera uno de los regalos más fregones de la vida. No esperaba mucho, solo buscaba conectar, agradecer por tantas cosas lindas vividas en los últimos dos años y el aniversario de mi recuperación absoluta de COVID, ya había utilizado estas sustancias antes -hoy no diré cuales porque esta columna NO es para promover el uso de psicodélicos, NO lo hagan-, pero nunca las había probado en las dosis, los tiempos, el setting ni las cuadraturas que hubieron de suscitarse ese bendito miércoles 13 de Septiembre, cómo diría Fogwill en su cuento Muchacha Punk: EN DICIEMBRE DE 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir «hice el amor» es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que «hicimos» ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y sólo eso eran. Lo que interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos «acostamos juntos». De la misma manera estoy seguro que la conexión que experimenté ese día ya estaba ahí antes de nuestra llegada a esa playa -cuyo nombre no recuerdo-, quizá por algo estábamos tan cerca de La Paz, quizá por algo en septiembre, los benditos septiembres en los que ya casi me es costumbre morir y renacer. Estuve amorosamente cuidado y contenido, no cambiaría un solo instante, el amor en su forma más pura estuvo presente de principio a fin, decidió manifestarse en el mar haciéndome sentir a cada criatura del océano, en cada grano de arena, en los perros que llegaron a saludar, en la gaviota que anunció la llegada de su parvada que a la par me anunciarían la llegada de un pelícano que llegó para ojo con ojo, corazón con corazón en medio de fractales y un bordado de FLORES DE LA VIDA que mostraban unido lo que identificamos como “separado” (el cielo, el océano, las nubes, la arena, cada ser y cada partícula) para unir mi glándula pineal directamente con la del pelícano y recibir los mensajes de amor y compasión, de sabiduría en su forma más transparente.

Cada vez entro menos a redes sociales y más me dedico a vivir mis intensos ahoras por eso esta columna en verdad solo pretende decirle al mundo, a ti que me lees: GRACIAS; no me cabe el agradecimiento, ni el amor en el cuerpo que ahora ocupo; comprendo fielmente ahora que no puedo atreverme a decir que me amo a mi mismo si no aprendo a amar a todo -porque todo soy y todo es yo, lo que veo en ti, habita en mí y viceversa-, hoy sé que sí me amo, no busco más maestros ni gurús, ni a quien seguir, ¿desean un buen maestro? Les recomiendo que observen un amanecer, la salida de la luna, embelésense observando una cascada o un hongo o una montaña o una tormenta sacudiendo la playa, ahí es donde está la acción, no… no está en la colmena, ni en el rebaño, en la horda, en Instagram, ni en Facebook, ni Twitter, ni en esa hipócrita búsqueda de aprobación por ese abrazo que no les dieron a tiempo, ni está en ese coach de vida, ni en ese líder político, el conocimiento es provisional y apenas hemos tenido muy discretos asomos de lo que es una verdadera comprensión. La clave está en confiar en uno mismo, confiar, confiar, confiar en tu intuición, rechacen la autoridad, la autoridad ES una mentira una abominación que solo lleva a la quiebra, no es real, lo único REAL es el amor y no dejarse llevar por el clichesote de que “todos tienen algo de verdad”, mamadas y patrañas de que está un poco en el judaísmo, un poco en el cristianismo, un poco en el budismo, un poco en las mil chuchas, ¡mentira!… nadie sabe, nada, NADA. Todos son juegos perfectamente elaborados para mantener todo en CONTROL, las instituciones y sus más fieles seguidores solo buscan potenciar o maximizar su control, control y más control, eso es lo que buscan, ¿a poco crees que andaban en la onda de iluminarte?, ¿de salvarte el alma?, solo buscan controlar y en la medida en que nos comprometamos con cualquier tipo de ideología ya valimos, ya estamos “envenenados”, lo único real es la experiencia, lo único real es este momento, este intenso ahora, pero la mayoría están o estamos reprimidos y cargados de preconcepciones o programas en todas las áreas y sobre todo REPRIMIDOS en el área de la experiencia psicodélica porque esta es el viaje o incursión a lo verdadero, a lo inocultable, a la caída de la máscara a confrontarnos con nuestras sombras, mismas que no todo mundo tiene el valor para ver, porque la mayoría son excelentes holísticos, budistas, espirituales de redes sociales, se saben toda la teoría o mucha quizá pero a la hora de bajar el velo y confrontarte con lo que te habita, ahí no… ahí entrará la represión, por eso repito una vez más: esta columna NO es para promover el uso de psicodélicos, NO los prueben. No lo hagan.

No se atrevan a echarle a perder la estrategia a las autoridades que llevan décadas fortaleciendo esa represión y ese miedo, porque eso liberaría al individuo, eso lo fortalecería y esto choca terriblemente con los planes de quienes solo buscan más y más control del estado, de los militares, de las instituciones, del guardar las formas, el orden perfecto y el control. El sistema solo quiere que sexualmente, intelectualmente, emocionalmente y espiritualmente estés “regulado”, te hará sentirte “libre” porque tienes libres los fines de semana, vacaciones y días festivos con aguinaldo, pero también creyendo que no tienes “patrón” haciendo de ti, tu peor jefe, atándote a tabúes, complejos, represiones, horarios, metas, objetivos, redes sociales, la búsqueda afanosa de la aprobación en el “véanme” que bueno que soy, qué triste que estoy, que solo que estoy, qué guapo, qué delgado, qué joven, que saludable que no me pongo like yo mismo porque me veré cómo ese gato que se autolame el fondillo.

Esta columneja NO es para promover el uso de psicodélicos, ¿cómo se atreven a reclamar la autenticidad de su propia mente?, no se les ocurra ni por error ver la luz de la naturaleza, ni abandonar la culpa, ni el pecado original si estamos hechos para comportarnos, para seguir las órdenes marchando con mascarilla puesta y 3 refuerzos de Pfizer, pues de lo contrario el caos reinara en el mundo, tú hazles caso NO necesitas de nada para alcanzar esa iluminación, tu medita aunque ni meditar sepas, así con cuidado, en flor de loto sentadito bien portado, todo en orden, que no se asome el caos y sí, han hecho que le temas al caos, sin comprender que quizá debamos aprender a abrazarlo, a entender que ES el ambiente en el cual todos verdaderamente prosperamos.

Acá no vine a promover el uso de ninguna sustancia, droga ni psicodélicos, cuidado… es sumamente peligroso y más si no están listos para la verdad. Esto solo es una oda a la alegría, un marcador en la bitácora de mis redes para recordar si es que un día volteo para atrás, el momento en que me diluí con la unidad para terminar con una sonrisa plena y un GRACIAS que salió y sale de cada célula, de cada flor de la vida que me compone, de cada átomo, carga y molécula.

Gracias

CarLost

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