Tengo de roomie a Justin. Me hubiera encantado que fuera Justin Halpern, al menos ese vato me contaría de las aventuras de su jefe. Pero no, el mío es Justin, bueno… la verdad se llama Brandon Pérez, aunque para las futuras fans es Brandon Valrry, le puse Justin porque el jura parecerse a Justin Bieber. Dice ser cantante y no es mamada, es en serio. Asegura que en la calle tiene que andar con gafas y gorra quesque porque las morrillas se le avientan así nomás. Al principio no le dije nada, de entrada y sin juzgar, porque soy un caballero, le otorgue sin trámites el beneficio de la duda.
Después de todo, consciente estoy de que parezco cualquier cosa menos médico ¿quién era yo para juzgar a Brandon? Tampoco veo TV, por lo que ignoraba si era cierto o no, capaz que hasta famoso era el peláo.
Al regreso de este mochilazo de más de 6 meses, me he reencontrado con muchos pacientes y amigos, de las cosas que me quedan más claras, es que me he vuelto über calmado, escucho más de lo que ahora hablo y todo o casi todo me causa gracia o le encuentro solución rapidito, amparandome en Lennon: confío en el amor.
Creo en verdad entender el ciclo energético de dar-recibir y, no solo lo siento, los pacientes y las dos horas que dura cada consulta lo ratifican. Ya también corro a menos enfermitos o mejor dicho, no he corrido a ningun caso.
Antes, al primer encabronamiento si no veía compromiso del padeciente, le aclaraba que yo también escogía, de modo qué ¡meto la mano, saco la mano! y… que la espantosa équis nos indicaba que ya no deseaba ser su médico. Llevo un saldo blanco desde el regreso, se siente chicles.
Hago esta mención de mi regreso, la interacción con amigos, relaciones humanas y los pacientes, porque temo que mi roomie esté comenzando a terminar con mis reservas internacionales de paciencia.
Seis meses de camino, senseyes, vivires mágicos, senseyas de diferentes municipios, países y continentes, me ayudaron a que le bajara de espuma a la genética y me gusta ésta versión zen chingáo. Pero Brandon me está comenzando a sacar ese lado feo que hace que cuando lo frustro, lo aguanto o me muerdo un huevo, como dirían en la familia. Provoca que la haga de pedo involuntariamente el párpado izquierdo, onda las fintas ñeras del Cuauh Blanco, como anunciando que voy invitar a tomar el volante, a ese conductor de pesero que todos llevamos dentro.
A las dos semanas y después de que tuve que lavar varias veces los platos que dejaba (casi todas de hecho), así como el único sartén que tenemos, decidí expresarle mi necesidad por tener orden en el depa en que coexistimos y ¿cómo le haríamos para negociar?, de forma que por favor, porfavorcito limpiara lo que ensuciara. Por lo ya acontecido, me dio una excusa de esas que dan los morros de 20, pensando que tienes su lógica y estás tan pendejo pá tragártela. Me valió maíz transgénico, pá no hacerla de tos, le dije ¡cámara! no hay fijón putete, partamos de cero y honremos a los mayas. En verdad pensé que había entendido ¡borrón, va de nuéz! Ja jaaa… ves Collado, cómo todo se arregla hablando. Pura madre.
Me la aplicó diario, le valió 3 kilos de pito mi indignación. A pesar de eso, la semana antepasada tuve la decisión de fluir, me hice de la vista gorda, robusta y descarada, traté de hacer las paces, sintió tal confianza el muchacho que se avento el tiro de enseñarme uno de sus vídeos (¿ya les dije que según esto es cantante, rapero y músico?) bueno a mi gusto personal no rapea el pana, no canta y la voz parece de un morro castrado, una ofensa al gremio pandroso del under, quizá un gangsta, macho, lomo plateado pero de bolsillo y plegable. Jura que su estilo es o el lo llama «latin rhythm con pop rap» ya se imaginarán la cara que puse con esa revelación, pero peor fue la de él cuando le dije que me sonaba a reggaetón fresón. Una mentada de madre le hubiera venido mejor por lo que vi. ¿Si sabes de música?, me preguntó mientras apagaba y se guardaba el celu en el que me había enseñado su performance.
-Ahuevo carnal, ¿si te llamas Brandon cabrón?
-Sí ¿por, y que tiene que ver con que te pregunté si sabes de música?
-Es que te tiñes el pelo y pensé que si eso era falso pues también el nombre.
No le pareció gracioso, ni entendió mis lógicas. Tratando de calmar el asunto le expliqué que estaba shingón el nombre, y que si no le daba por dedicarse a robar en una moto italika una vez fracasando en la cantada, sería de las primeras generaciones de abuelos que se llamasen Brandon en México. Se metió a su cuarto. La cosa se puso peor.
Brandon el señor Justin, se pasa por los tanates que esté prohibido fumar en el depa, y le da por hacerlo cuando estoy comenzando a coger un sueño machín, de esos lúcidos y reveladores. Los platos los sigue dejando, veo que diario come macarrones con queso, no se si eso ayude a que dure más el tinte rubio porque me parece que se los zampa 3 veces al día y el sartén, nuestro único sartén así queda. Así, así.
Se chuta también cosas de mi alacena. No compra papel higiénico ni servilletas. No se baña y cuando lo hace, coge de mis productos de higiene personal. Se trae puras morrillas incautas que aún no le llegan al IFE, que le creen que canta y será famoso, me dan un poco de compasión y ternura, no se si por la tomada de pelo o porque no saben que no se baña. Tampoco saca, ni por error la basura, así estén rebosantes los cestos.
Todo tiene límites y mi desesperación vino cuando me cortó el pinchi WiFi porque su Xbox360 no agarraba buena señal. No fue una vez, fueron varias y es que agarró como socio a Murphy y su ley, para hacerlo exactamente en momentos cruciales de mis estalkeos cibernéticos. En ninguna tuvo la buenaondez de avisarme para guardar archivos o acabar de leer algo. Ya lo suyo era una obsesión. Le explicabas con peras y manzanas que no era la red ni el módem, que era su aparatejo pues a nadie mas nos pasaba, más que a él. El hüerco no entendía de razones.
En pleno encabronamiento, le dije con mi más puro acento norteño: ¡mira pinche Justin! párale a la mamada y deja de tocar el puto módem cabrón, si no puedes jugar me vale madres y quiero que laves tus cosas méndigo puercazo, ahora sí me emputé y una más putete ojete y te carga la verga.
Justin me miró, obviamente enojado y frustrado. ¡Pinche cuarentón de mierda! me dijo lo suficientemente fuerte pá que escuchara y se metió a su cuarto, seguramente a llorar, me imaginé.
Ahora estaba apenado conmigo, no sólo le había aventado algunas maldiciones, sino que además, lo expresé varios tonos arriba de lo mmm común y capaz que había traumado al chamaco. Me acerqué a su puerta y le expliqué una de mis teorías acerca de como el tipo de música que él cantaba no podía prevalecer como el rock lo hacía, y que comprobado tenía ya, que los pocos que lo escucharán o por error bajáran una canción, lo negarían 3 veces como San Pedro a Yisas Craist Superstar, igualito que los que tenían cassettes de Locomia o Garibaldi en los 90’s… y ahora resultaba que eran viudas de Kurt Cobain pero, que no todo estaba perdido y que en mi óptica, mucho se resolvía con drogas, que seguro y si se ponía bien erizo, le vendría algo de inspiración. «Los macarrones te están matando hijín, necesitas brownies y un poco de verde, cómo las películas de Cuaron en los noventas, yo te puedo hacer un rockstar güerita».
Pero no, el hijoeputa es resiliente, se le resbala que diario le pregunte la marca de su tinte, ya no me contesta, ni que igual, en el día a día, le grite ¡Justin! o ¡Brandon! y al voltear le haga una señal de «huevos» re-bonita, cómo con artritis y chanfle. El sigue haciendo el mismo desmadre en el depa. Creo mas.
Ayer hablé con la rentera, me dijo que Justin se había quejado de mi, que según, yo le daba miedo, que sospechaba que me drogaba, por la música que escuchaba, que yo andaba en pelotas por el depa, que por lo mismo a sus visitas las hacía esperar afuera hasta verificar que trajera puesto algo y porque me encontraba como «ido» aplastado en el sofá, diario. Que seguro eran drogas duras.
Le expliqué todo a Cynthia la rentera, obvio que me creyó a mi. Me dijo que no pensaba renovarle contrato, no por mis quejas sino porque no le estaba pagando, así como otros detalles que tampoco me reveló, así que me quedaría solo de nuevo en el departamento, que aguantara por fa un poquito más, se iba el 5 de enero.
Sentí otro poco de pena por Justin, quiero pensar que alguna de sus grupies o fans lo invitarán a vivir en sus casas, eso me consoló en buena medida, yo confiaba en lo mareada que traía a sus millenials.
Anoche que llegó, yo estaba acabando de meditar, paso a mi lado yendo dirección a su recámara y me aventó su quiúbole. Le contesté con un eit, pregunté si sabía cuando era mi cumpleaños, se detuvo frente a su cuarto e incrustó la llave para decirme que no y lanzar un muy sacado de onda ¿por?…
Me paré del sofá estirándome como cuando te levantas en las mañanas. Al bajar los brazos le mostré un 6 con los 5 de la mano derecha y el pulgar de la izquierda, 6 de enero papá, Justin se limitó a expresar un «órale, ya mero». Le dije: ajá, y usted se va el 5 mi estimado ecoloco, tremendo regalazo que me está mandando el universo, ¿no crees?… lo miraba sonriendo, con mis manos en la barriga, frotandome en círculos en la misma y balancendome con los tenis pá delante y pá tras, le guiñé un ojo, y mostré el pulgar en bandera de chido. Ni una sonrisa de Justin, me acarició con un nuevo «pinche cuarentón de mierda» y se encerró. Escuché que puso el seguro. Chale, se me hace que lo voy a extrañar (eso sólo lo pensé).
Seguiré meditando, mi paciencia encontró su kriptonita, pero fuera de eso, todo anda bien zen, cuasi orgánico y con sello de garantía.
Entiendo mejor, que la perfección es un capricho, se aspira a ella caray, y se ve, de modo qué, si nos paramos de puntitas, pareciera alcanzable, pero es solo una ilusión.
Y agradezco exista Justin, que me recordó que soy humano, que no puedo controlar todo, mas allá de mi playlist y esfínteres, por ahora. Que no tengo 40, que en unos días serán 43 (¡vivos se los llevaron, vivos los…! mmm ok no) eso me emociona bastante, igual que el hecho de haberme salido solo por unos días y afortunadamente con solo una persona de mi frecuencia amorosa para perder la compostura mmm parcialmente. Se siente chingón, a veces regresar a las raíces primitivas, treparse al árbol genera alegría, por ver lo que ya no somos y reírse de uno me parece sano.
Lo mejor, es que ya sabes el camino de regreso.
Carlost Patricio Colladoc