A quienes desean que te lamentes por todos los actos de violencia en el mundo y no solo por los de Francia, entiendo su necesidad pero no funciona así. A quienes se ofenden porque no diste un pésame o acudiste a un funeral, puedo ver de donde viene su sentir, pero no, así no funciona. ¿El que te lamentes parejo evitará que se repitan los actos?, ¿el que des el pésame o asistas al funeral le regresará la vida al caído o le retornará la paz al que sufre? No. Acudir al funeral o dar el pésame no traerá al muerto, y obvio que la tristeza de quien siente la pérdida, no es manejable por nadie más que por el. No, tampoco lamentarse evitará que se repitan los actos de terrorismo, invasiones, guerras, ni la violencia. Porque verán, mientras el ser humano piense que vive en un mundo juzgable (justo o injusto) mientras siga viendo todo desde una óptica religiosa-sin darse cuenta (bien/mal, correcto/incorrecto) habrá inconformes, habrá violencia y en la violencia no hay «rangos» de mucha o poca (otra enseñanza religiosa) violencia es violencia en cualquier manifestación (mental, verbal, de acción, física, escrita o dibujada) contra cualquier ser vivo o contra nosotros mismos y da pie, a cada vez más intensos actos de la misma, porque la realizamos sin darnos cuenta, nos desensibilizaron a que sea parte de nuestra normalidad. Nos han hecho creer que conocemos la «justa medida» de todo, como cuando alguien se embaraza no decimos que esta «poco embarazada» por tener 4 semanas de embarazo o «mucho embarazada» por cursar la semana 39. Lo que es un hecho es que está embarazada y a menos que ocurra una interrupción, tarde o temprano llegará a la semana 40 o al parto. En la violencia funciona igual, podríamos decir que es «poquita» porque solo juzgó en la mente/pensamiento, «poca» violencia porque solo le aplicó un chantaje o le gritó, «mucha» porque le asesinó, muchísima porque mató a varios o muchisisísima porque mató a miles. Tarde o temprano, la poquita, llevará a mayores niveles y sino se llega al «máximo» por parte de ese o esos individuos, inconscientemente la justificaremos si a ese estado de «máximo» es llevada por otros para «defendernos justamente» o nos lavaremos las manos, porque «lo hizo otro» y ¡juzguémosle! Violencia es gritarle a alguien, suponer algo que consideramos negativo, discriminar, chantajear, comparar, burlar, sarcasmo, apodar, enjuiciar, criticar, golpear, mutilar, envenenar, matar. La violencia es contra uno o contra los demás (es igual), nos enseñan primero de niños a violentarnos a nosotros mismos de manera «sutil» al premiarnos o castigarnos por lo que los adultos consideran que es «justo» motivo por el que posteriormente creemos que podemos violentar a los demás, nos da la «libertad», pues ya cuando lo haces contigo te desensibiliza, mutila la compasión, la capacidad de alteridad fue adulterada. Desde ese periodo infantil nos desensibilizan a la normalidad de la violencia, nos enseñan a glorificar a héroes de la patria. Crece el individuo creyendo que es glorioso darse de balazos por una idea, matarse por un país o un dogma, y no ve que la gloria está en solucionar un conflicto con el intercanbio de ideas, con la capacidad humana de inteligencia, negociación y compasión para llegar a un acuerdo en el que todas las partes se sientan felices sin necesidad de imponer nada.
Crecen educados a amar a «su país» sin entender, incluso en la adultez, que llamarte de algún país, de alguna religión o raza es ya por si mismo un acto de violencia, pues te separa del resto de la humanidad, te hace creer que eres «diferente/mejor». Nadie se nombra de equis nacionalidad, religión, raza, afiliación etcétera por ser peor o malo, sino porque creen tener la razón, ser los «buenos». Por ende puedes juzgar a los demás con las herramientas que te han dotado y entonces decimos cosas como «me siento orgulloso de ser mexicano», o de ser de equis «lugar» como si un acto fortuito y coincidental, como haber nacido en determinado país fuera en verdad motivo de orgullo (igual pasa con el ser parte de una religión, corriente política o equipo de deporte). Se solidifica con sentidos de pertenencia a equipos de fútbol o cualquier deporte, pertenencia a tal Universidad, miembro de equis Club o gimnasio, asociación, carrera, gremio. Regresando a los niños, se les adoctrina por ejemplo, por medio de caricaturas en las que hay un bueno que merece un premio así como ser imitado, pero un malo también, al que en las mismas caricaturas se elimina, se violenta, se mata, se vence y nadie querría ser como el malo.
Acudimos a rituales como misas, congregaciones, iglesias, templos religiosos, bautizos, bodas, sahbat, circuncisión, recitar un credo, limosna, peregrinaciones, hincarnos en determinada dirección, etcétera y lo hacemos sin darnos cuenta que son rituales para afiliarnos a una «identidad» a separarnos del resto, ya que son las mismas formas en que se enseña cualquier religión: basando su doctrina en el juicio de algo bueno/malo, correcto/incorrecto. Esto imposibilita al ser humano a no juzgar. Lo obliga a juzgar en el día a día, a violentar que es exactamente lo mismo, sin que se de cuenta. Es traer un chip insertado, no hay forma de que se salga sin que la familia, amigos, sociedad, noticias, escuela, universidad, maestros, libros, televisión, cine, acontecimientos, pareja, deseos infundados pero que forman parte de un arsenal de preconcepciones aspiracionales de las que safarse es prácticamente imposible.
Requiere de algo que se tiene o no se tiene. Simplemente: consciencia. Entendiendo a ésta como una actividad mental, celular e interior, que con base en un conocimiento no aprendido pero reflexivo, nos conecta no solo con los demás seres humanos, seres vivos, sino con cada elemento (sólido, líquido, gas, plasma) y con el universo. ¿Cómo se alcanza ésta consciencia? No hay una forma determinada, ni preestablecida, no existe un camino específico pues de intentar mostrar uno, o trazar uno para los demás, la separariamos indudablemente de la libertad, que es un valor intrínseco del mismo estado de consciencia.
Pero, se está próximo a llegar a un estado así, conforme desaprendemos. Se deja de juzgar y violentar en todos los niveles. No en una onda de «poco a poco», sino de golpe, no hay procesos, porque sino, te quedas en el camino (te termina por jalar la familia, amigos, sociedad, noticias, escuela, universidad, maestros, libros, televisión, cine, acontecimientos, pareja, preconcepciones). También es necesario separarmos de cualquier necesidad de posesión o pertenencia a algo o alguien (que no significa no querer comprar casas, coches, cosas o compartir la experiencia de vida en pareja o hijos), comenzamos a ver a los demás seres vivos, elementos, y universo como nos veríamos a nosotros mismos.
Pero antes de todo requerimos: amarnos; sentirnos, observarnos, escucharnos a nosotros con amor y compasión. A partir de ese momento, cuando apliquemos el principio de alteridad, estará éste mismo, supeditado al amor y la compasión, por lo que al ya sentirlo plenamente por nosotros, viendonos en el de enfrente, no habrá manera que no escuchemos y recibamos la información con amor y compasión. Aplicará perfectamente sin excusas el «trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti».
Ahora sí, no habrá violencia, violaciones, agresiones, mutilaciones, etcétera. No habrá guerras, asesinatos, genocidios. Estaremos dando un salto al siguiente proceso evolutivo, a una nueva dimensión. No habrá lamentos.
CarLost
Wow me encantó, coincido contigo en prácticamente todo, de hecho he tenido muchas discusiones con mi papá por su nacionalismo y me regaña por no inculcarle él amor a la patria a mi hija, claro, es violencia, todos somos uno, no hay mexicanos o chinos o estado unidenses cuando se trata de unión, de humanidad, todos estamos conectados.
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😊 ahhh gracias 😮☺ que padre que te gustó jeje a veces me vuelo cañón y estoy seguro que me falta ser más claro en algunas ideas ☺… pero creo es cuestio de que me suelte y me re lea varias veces ☺ que chido que lo veas así y que así lo manejes con tu nena 😊 ¡abrazo!
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