Antenoche soñé que era un extraterrestre. Que la atmósfera de su planeta me había provocado una serie de desajustes y para poder sobrevivir sin que se lastimaran mis pulmones, de vez en vez, requería de unos tés especiales que me preparaban para soportar, sin que me cargara Doña Chingada. Mujica en su afán de mostrarme lo lindo que son las tradiciones chilangas, se ofreció a llevarme a lo que llaman “Posada”. Aparentemente y en mi estado onírico, en esa fiesta, podría vivir todas las emociones de que está compuesto, el ser humano. El anfitrión, Ron Ángel con bella esposa e hija, nos esperaban para compartir 200 piñatas, cada una en honor, de las veces que se ha quedado con ganas de acompañar a los Malportados a lo que ustedes llaman “una pedotota” pero no lo habían dejado Adri1 y Adri2 porque es mandil y le vale madres. Yo no estaba invitado, a nadie le da por invitar Aliens a su casa, pero Enrique me convenció, -<<no te va a pasar nada>> me dijo. Dios y su harem de 20 vírgenes también hubieran deseado lo mismo, que no me pasara nada, pero lo que estaba por acontecer superaba mi imaginación.
Aparte de galáctico, también era autista, pero creo nunca se los había compartido. En mis intenciones por convivir y no parecer inadaptado, acepté una hamburguesa de pastura, cocinada nada más y nada menos que por El Men y su achichincle “Pecho Paloma” ¡maldita sea!… Mil veces ¡maldita sea! Si ya sé que no puedo comer trigo y lácteos ¿Qué chingados hacía metiéndome ese delicatesen?
Me seguí con las tortas de cochinita pibil. Al paladearlas, en una expresión del más sincero y puro amor, le propuse matrimonio a Adri2, -<<es la usanza>> me aconsejó Austin de Jesús y yo que me los agarro de testigos a él, a Brenda, Rinconcillo y su novia, Aide. Inmediatamente Adri2 se vistió de blanco, y Ron Ángel nos cantó 100 kilos de barro. Yo le hacía segunda. Apurándome, Adri2 quería que consumáramos el matrimonio. Todos quieren cogerse a un Alien. Había escuchado que era una fantasía terrícola tan recurrente como manejar una Vespa y hacer un mènage à trois con Angélica Chain y El Flaco Guzmán. Le pedí paciencia, que me diera chance de seguir socializando y deleitar a toda la barriada con unas melodías, o sea, le hice al Diyei y todos me aclamaban. Nos vitoreaban, pues éramos 2 los diyeis, entre Emma y yo nos sentíamos como Tiesto con Guetta intoxicados por hongos de Real de Catorce.
“La única manera de conquistar al mal, es hacerle el amor”
Artuto Vega, Historia oral del Punk
La música es un piojo, la música destruye y te hace hacer cosas de las que luego te arrepientes, peor si eres Autista y la combinas con burgers del Mac Men. Comencé a sentirme erotizado por la sazón del Men y Pecho Paloma. Cómo no sabía quién era el cocinero, ni quién era el pinche, decidí hacerle el amor a los dos. Aquello era un pinche embarradero. Nos besuqueábamos y acariciábamos, yo no soltaba mi hamburguesa de la mano derecha, eso sí. Ya desnudos nos untábamos mayonesa, mostaza -<<A mí, baja en sodio por favor>> nos pedía el Pecho Paloma, traíamos moronas de pan y pedazos de carne en nuestros cuerpos desnudos, nos la quitábamos chupándonos o lamiéndonos mutuamente. Ahí fue donde descubrí, que ya se nos habían unido unas amigas y amigos del Men así como el Iván y su morra. Ya no pinchaba el Emma, ahora tomaba las riendas de la música ¡Maldita música!, el buen Rodri y declaraba “Vamo a portarnos mal” de Calle 13 cómo nuestro nuevo himno, retumbaba en las paredes de la casa de Ron Ángel e invitaba a todos a unirse a este aquelarre del que ahora, todos eran parte y yo el dios o diosa Cabro o Cabría… Ya no sabía y ¿cómo saber? Si éramos todos versus todos, dándonos amor en su más cristalina y terrícola forma. Llenos de cerveza, ponche, pedazos de hamburguesa, de cochinita, mayonesa, mostaza… Yo buscaba a entre tientas y lamidas, aguacate -<<Recuerden que soy vegano>> les decía. Si tiene ojos, boca papá o mamá no me lo como, le hago el amor solamente. De repente, se fueron separando todos. Sin necesidad de que les echaran agua fría, cómo he visto que hacen con los perros en las calles de colonia, se fueron apartando y abriendo un camino, que se presentaba frente a mí. Delante, Ron Ángel así como Adri1 y Adr2 con mirada inquisidora, con ese “Chale, te pasas” que hace que tragues saliva y te sepa cómo a mango verde. Ahora todos, desnudos eran espectadores, cubrían su sexo con una mano y con la otra seguían limpiando rastros de guacamole de sus cuerpos apenados, mientras Chepo Clash bailaba despacito y chascaba sus dedos como un Beatnik, despreocupado, desenfadado; ausente de lo que estaba aconteciendo y Suzuki con el Mudo sostenían una conversación telepática. Acto seguido, Adri2 se quitaba en chinga su vestido blanco (eso es más veloz que rápido) y me lo aventaba, para treparse a los brazos de Adri1 y marcharse con paso militar a sus aposentos en compañía de Ron Ángel, que cada dos pisadas, volteaba a mirarme, con cejas alzadas como enes. Mmta… Ya habían contratado al Gran Silencio para que nos amenizara la noche, ¿qué hacer?… ¡Disfrutar de nuestra desgracia! Connan tomó el micrófono se puso de acuerdo con los mariachis del Gran y con ese falsete chillón, que bien lo identifica en las calles de Tlaquepaque y Garibaldí, violó nuestros tímpanos con un estruendoso: “Dejenmeeeeeeeeeé si estoy llorando” tararatararara, tururururuTururúú… Me senté derrotado en una banqueta, como aficionado al Cruz Azul cada 6-12 meses. Limpiaba mis lágrimas lamentándome de cómo lo perdí todo, por culpa de las hamburguesas, la cochinita y el sexo. Hubiera podido tener acceso a todas las recetas y delicias que llevan guardadas, generación tras generación Adri1 y Adri2. Ahora solo me conformaría, con comer pasturaje por el resto de mi estadía en este planeta, hasta que me encontraran, El Mariguas me consolaba con un penyroyal té, de hechura hidropónica quezque casero. Lloraba amargamente, lloraba y también reía, lloraba y reía hasta que mis risas se convirtieron en espasmos emocionales, mezcla de lágrima con risa y comencé a despertar. Estaba crudo, acostado en mi cama y olía a cerveza, comida, mota y no estoy seguro si a sexo también. De lo que si estoy muy cierto es que siguiendo las recomendaciones antropológicas del Dr. Dunbar, en un artículo que publica para la Universidad de Oxford y en el que asegura que para ser feliz, un hombre requiere de estar en contacto con sus amigos, mínimo 2 veces por semana, les pediría que hagamos de estas reuniones a domicilio algo más seguido. Y que no me ofrezcan pan o queso, porque sueño puras chingaderas y me levanto crudo. Las chelas y drogas están bien, pero trigo, carne y lácteos no por favor.
A veces, quisiera que mis sueños duraran tanto como una fiesta Malportada, pero las cosas son como son. Gracias por la fiesta Don Ángel, por compartir y agradezco a todos mis amigos Malportados por ser como una familia rara, disfuncional pero familia al fin, en la que renacemos y morimos cada que nos vemos y despedimos. No creo verlos hasta dentro de una semana o el próximo año. Así de impredecibles y desorganizados somos.
Felices fiestas y excelente 2014 pandilla.
CarLost Patricio Collado Zamarrón