Güiplash

Estos son días del 2015, ahora todos, todos son la banda y la banda cree en la certeza de lo que ha leído en un tweet (memes o notas cortas) y si leo con detenimiento, la mayoría de estas publicaciones tienen a un bueno lidiando con un malo, personalmente estoy hasta la madre de eso. Hoy no apostaba más que a salir a comprar algo para prepararme la cena. Las certezas de los tweets que he leído, no me invitaban a más.

Estos son días del 2015, acá todo mundo da por sentado lo que les dictan sus gurús preestablecidos en el aula, o en hipervínculos de cualesquier procedencia, me seguían dando vueltas en la cabeza éstas y otras ideas del año corriente, cayendo en cuenta de los 20 ciclos, que habían pasado desde el 95. Cómo habíamos cambiado; mientras, no planeaba más que pasar antes al váter y depositar una muestra de mi más clara orina, tres sacudidas y una secada en la punta, esto último, desde aquel día en que mi ex, me preguntó si eso era lo único que hacíamos los varones después de una meada.

Caminar a la tienda más pobre de mi barrio, que a su vez, apuesto, es el más pobre del DF, con la firme idea de encontrar los tomates y aguacates más frescos, que complementen a esas espinacas qué, se pasaron dos días, pero que aún aguantan. Aún llenan. Aún cumplen. Deambulo de vuelta entre baches, grafitis, y niños ya en su 3ª, 4ª y 5ª temporada de mendiguéz. Pienso. Podía haberme quedado en mi jodida casa, con mi jodidísima depresión, acompañado de mí puteado pasado, mí disparatado futuro y mí improvisada, caduca pero muy vegana cena, más, creo en las señales y tuve una llamada.

Del otro lado del teléfono estaba Claudia y la voz de Claudia sonaba a través de la bocina. Chocó, chocó en la glorieta, en una rotonda dice ella, raspándole de lo lindo a su acento pocho-norteño. Le dijeron en la sala de urgencias que solo tenía un güiplash. Claudia es de esas pacientes recomendadas que no conozco, que me consulta muy a menudo por teléfono, pero que puntualito me deposita a la mañana siguiente y en dólares. Pero en esta ocasión, estoy distraído, no escucho del todo su mezcla de idiomas, solo que por algún motivo, le encanta la palabra whiplash o no conoce exactamente su traducción al español, pues la repetía sin parar: bla, bla, bla, güiplash, bla, bla, whiplash, bla, bla, bla, güiplash, ¿eso es peligroso Doc? Me preguntó y así, junto con la palabreja, lo pude reconocer un par de veces más. Estaba preocupada. Alarmada. El tono en que me lo decía, hacía parecer que había interpretado o entendido que eso era una especie de enfermedad incurable o que pondría en riesgo su vida. Le dije que no era gran cosa, que afortunadamente no había pasado a mayores y que las indicaciones de mis colegas gringos, en el Mc Allen Medical Center, habían sido las adecuadas, que siguiera usando el collarín, que me mandara las fotos de las radiografías por whatsapp y que le contestaba con mi impresión.

Colgué la llamada con la yema del pulgar, regué la vista en los 25 a 30 metros cuadrados, que componen la mayoría del espacio vital en el departamento, ¡ya estaba! me iría a la cineteca a ver la película Whiplash, por algo había repetido tantas veces Claudia esa maldito diagnostico, ahora solo faltaba ver si alcanzaba horario, hice un par de deslices en mi touchpad, la siguiente era a las 9:30, faltaba una hora. Mejor, imposible. Me re introduje en el baño a lavarme los dientes, pero con cepillo en mano y un par de muecas frente al espejo, opté por mejor hacer buches con aceite de coco mientras rodaba en la Vespa rumbo al recinto.

Tres patadas a la Vespa y en cuatro canciones de mi playlist que retumbaron todo el camino, ya estaba comprando la entrada en la taquilla. Mantuve los audífonos puestos, quinta canción. Norteña. Hago air acordeón con brazo-mano izquierda, mientras con la diestra, 3 dedos detienen el arnés de mi casco y el índice con pulgar, sostienen el boleto en una perfecta «O» pinzante, para que corrobore el asiento y la hora que me tocó, ¡butaca numerada! Jalo una mueca de satisfacción por ese, a mi gusto, pequeño gran logro, para los clientes de la cineteca nacional.

Continúo leyendo, mantengo el air acordeón y entonces ella se detiene frente de mi, comienza a imitar mi mímica obligándome a retirar los audífonos para reconocerla mejor, sé que probablemente el que retire ese par de chíncharos de mi canal auditivo, seguramente no cambie las cosas, pero es un asunto de hombres, de la misma manera que al conducir en coche, cuando nos perdemos, optamos por bajarle el volumen al estéreo, como si fuésemos a buscar la calle con el sentido del oído, pero también es cierto, que no nos quitamos las orejas para ver, ni los ojos para escuchar, por lo que vemos con toda nuestra humanidad y escuchamos sin salirnos de la misma, pero bueno ¿quién se mofaba de mí?…

-¿Eres, mmm…?
-Isabel, tu amiga de Twitter, me sigues y te sigo, ¿no me parezco a mi foto?
-Si, jajaja tal cual, disculpa, me sacaste de onda solamente.

Me limité a sonreír y le aventé un par de no’s, a sendas preguntas sobre mi pasado de co-conductor, en un programa de TV por cable, resultó que era de los pocos que me llegaron a ver. Ella era bajita, delgada, apostándole a lo frágil, muy pálida, con ojos enormes y cabello negro de peinado hitleriano. Jipstera en su vestir con sobresaltos de negro blanco y unas muy puteadas Martin’s de florcitas apenas distinguibles. Le pregunté si estaba estudiando medicina, me aclaró que no, que estudiaba odontología, pero que había decidido tomarse este año para entrarle a un par de cursos en diseño e historia de la moda, que sabía que me vería desde que descubrió mi Vespa aparcada afuera, inolvidable e imperdible ya que yo la presumía constantemente en Twitter, Instagram y Facebook.

Aún no compraba su boleto, no sabía qué película ver y le dije que vería Whiplash, que parecía buena. Tomó la fila para comprar su entrada, escogió la misma peli, pero no así el asiento, con lo de la numeración tuvo que irse hasta otro párrafo de butacas, opuesto al mío.

Quedamos de vernos y compartir puntos de vista después de la exhibición, sería en el Educere, justo en los pasillos de afuera y a un lado de ese lugar de golosinas al que nunca entro por lo frío que lo mantienen. Pensé que tal vez hoy, hubiera querido que no fueran numeradas las butacas, pero eso sería contradictorio para el cosmos, además, en verdad quería disfrutar de la película y no sabía si Isabel era de las que solía platicar durante la función. Se apagaron las luces e inició la proyección.

Terminé tan clavado, adrenalizado, absorto y complacido que me olvidé completamente de Isabel, me mantuve en el asiento escuchando todo ese jazz mientras terminaban por aparecer los créditos finales, entonces, su figura se presentó justo a las dos de mi órbita, manos a las caderas, pose retadora y ahora con gafas enormes de sol puestas en la semioscuridad de la sala.

-No se va a poner mejor aunque te quedes hasta el final-final nene, no tiene tampoco un final alterno.

Emití una insipiente carcajada, poniéndome de pie y colgándome la mariconera, tomé mi casco y le cuestioné si acaso no le había gustado, ella se limitaba a juguetear con una bocina muy parecida a una granada naranja que pendía de mi gaybag y ambos caminábamos a la salida, cantaba en bajito y a la par “despite all my rage, I’m still just a rat in a cage, despite all my rage, I’m still just a rat in a cage, despite all my rage, I’m still just a rat in a cage, despite all my rage, I’m still just a rat in a cage… ¡the world is a vampire!”

-No, no, no, no mi querido Charlydoc no me gustó, o sí, tal vez un poco, digamos qué… es una película motivacional. Buena. Y el día que requiera algo de motivación, la compraré aquí afuerita para que me de un chute, ¿a ti te gustó?
-Sí, a mi sí me gustó, a ver, te motivó Isabel… o sea, jugó con tus emociones y obtuvo eso, entonces es buena, si una peli te hace llorar, reír, carcajearte, meditar, pensar, entristecer, extrañar o te motiva, creo que cumple.
-Pero ésta, lo buscó de una manera muy burda, amigo.
-No sé, no sé… verás, de entrada, si observara con esos tus ojos grandes y acidocríticos las últimas películas que he visto, tal vez no las habría disfrutado.
-¿Cuáles son las últimas 5 películas que ha visto Doctor?
-Jajajaja me sentí como Peña Nieto en la FIL de Guadalajara jajaja, pero bueno, ahí te van: -Birdman…
-¿También ves televisión y HOY por las mañanas nene?
-Nooo jajaja… Boyhood.
-Ah, te gustan los diálogos y sigues sin superar traumas de púber.
-The selfish giant.
-Ok, no la vi, pero recuerdo buenos reviews…
-Mmm… Gloria jeje
-Jajajaja ¿y eso? Ternura ¿estás apenas iniciando a ver cine? No solo ves tele, también lees Tv Notas.

A esa altura, ya estaba como cuatro matices por encima del rojo. Apenado. Y en mis sobacos reinaba la humedad de lo intimidado que me había puesto. Le aclaré que por cada una de ellas, tenía un enfoque, que yo consideraba sustancioso o que al menos justificaba por qué me habían gustado tanto.

-Es que lo entiendo de todas mi querido Doc, bueno, la del Selfish Giant no la he visto, pero ¿Gloria mi amor?
-Sí, Gloria tiene muchas cosas rescatables, júrolo.
-Lo que pasa es que te crees poeta Charlydoc y los que son como tú, quieren resanar realidades y hay veces que las chingaderas son solo eso. Solo dime tú justificante, tú razón de esa película en particular, no de las demás, que de ellas ya platicaremos y sé breve, que no se vale que le invirtamos a semejante personaje… es más, si me dices por qué te gustó Gloria y me convences de querer verla, aparte, ¿por qué Whiplash no es un burdo intento motivacional? Y… mmm… (Nos detuvimos frente a la librería) te compro un libro, y si no me convences, tú me compras uno a mi.
-Pero no habrá jueces, eso es trampa…
-Seré honesta, lo verás en mis ojos… ¡fuera gafas!
-Ok, ok, jeje iniciaré por Gloria.
-Sé breve Collado.
-Ja ja Mira, primero, en México no se estila el cine biográfico ese es mi primero de dos puntos, tengo dos puntos y el primero es ese. Sí, recuerdo qué lo mas cercano, son las películas de la misma cantante, por ahí las de grupos como Magneto, de Cri Cri en los 60’s y recientemente con patrocinio federal, de Miguel Hidalgo y de Morelos, con una narrativa muy tendenciosa para mantener esta mitología nacionalista en que estamos inmersos. Pienso que Gloria se sale del calzón, Gloria no está hecha ni producida por ella, le pega de manera más directa a Televisa y Tv Azteca, o sea, a Azcárraga y Salinas Pliego que la tan amada por la chairiza “La dictadura perfecta”, acá no tienen pelos en la lengua, dicen los nombres de los personajes y les dan en la yugular, sí, quienes personifican a gente como Raúl Velasco y Paty Chapoy entre otros, no se parecen nadita de nada, creo que yo podría haberles hecho un buen casting y encontrado personas con mucho mayor semejanza en el metro Taxqueña, pero lo rescatable y ahí te va mi segundo punto, y es que para el director, al menos desde lo que alcanzo a percibir, es que no hay un culpable, el no se va solo contra Andrade, contra Gloria o contra lo obvio, para él, los culpables somos todos: Gloria, Andrade, las televisoras, los padres de las morrillas, el sistema, pero también las mismísimas niñas y esto me parece una muy vanguardista mirada en la que todos somos responsables, Gloria cuestiona en la película ¿por qué no van a ser también culpables las niñas? Que me hizo recordar una aseveración de Rodrigo Fresan en “Jardines de Kensington acerca de “la mirada maliciosa de los niños” y todos somos culpables según el director, no recuerdo su nombre pero era suizo, eso sí me viene a la mente.

Se me quedó viendo fijamente a los ojos, se mordió el labio superor, luego el de abajo, levantó la ceja y subibajó la cabeza en señal de aprobación, me recordó que no había sido tan breve, pero que vería la cinta. Nos sentamos en las bancas afuera de los sanitarios de mujeres y continué con Whiplash, no sin antes preguntarle si no había leído en mi blog mi crítica de esta cinta o mis tweets, hablando del director y actores, me dijo que no, que tenía un año o mas sin estalquear mi cuenta, sin husmearla como acostumbraba en un inicio.

-En Güiplash, uf… me parece que el director Chazelle juega un poco con el espectador, nos hace la finta de que nos mostrará una típica película norteamericana, pero luego de esa amenaza, nos quiebra por la derecha, nos rompe por la izquierda, nos disloca la cadera y se va solo contra el portero para hacer un golazo al ángulo ¿por qué? sencillo, una típica peli gringa, habría tenido un bueno y un malo y acá lo que yo llamo fintas y dribles, es esa impresión que nos otorga, y lo hace hasta el final. En un mundo de hamburguesas veganas, de café descafeinado, de cerveza Light, de revolucionarios de IOS, de sexo acondonado, de bullyng satanizado, Chazelle nos dice ¡viva el Bullying! Señores, si también nos quitan el bullying y la verdadera libertad de cátedra, dejarán de existir los Andy Warhols, los Kurt Cobain, los Buddy Rich, los Bill Gates, las Nadias Comaneci ¡viva el bullying! No existen los buenos y malos ¡paren su mojigatería cristiana, católica! Vivan los malos poetas. Tiene dos instantes la peli, en que pareciera que culminará en lo común, ahí, el punto de quiebre entre lo ordinario y lo extraordinario y nos da una clasesota de lo que es un mundo sin víctimas ni victimarios, sino alegres y a veces violentas simbiosis que nos proyectan lo verdaderamente humano, ya libre de juicios.

Ahora Isabel penetró su mirada en el suelo, luego la levantó, me dijo que quería verla de nuevo, me tomó de la mano y me dijo, vamos por tu libro. Escogí “axilas” de Rubem Fonseca, quería otro del mismo autor, pero no quise mancharme con el precio.

Salimos y nos instalamos en el Café de la Selva, pidió la clave del WiFi y a la par yo le retiraba la envoltura de plástico a mi premio, lo olí profundo y se confundió con un suspiro, mientras intentaba leer el prólogo, ella me lo arrebató suavemente y leyó lo suficientemente alto para que yo escuchara, la contratapa: “Tomábamos café juntos todos los días. Y después nos íbamos a hacer el amor, en mi departamento o en el suyo. Después de hacer el amor con Lenore, miraba las marcas que mis dientes habían dejado en su carne. Podía ver con nitidez las señas de mis dientes y Lenore pedía un espejo para verlas también, y contemplábamos con cierto éxtasis aquella configuración de nuestro amor. A veces la mordía con tanta energía que le salía sangre, lo cual me molestaba, yo no era vampiro de cine, y evitaba que eso sucediera”.

Me preguntó que canción escuchaba en mi celular, en el momento en que me sorprendió en taquilla, le contesté que un popurrí norteño de Michael Salgado. Cántala, me pidió.

-Nunca le he cantado a nadie.
-A nadie, nada, ¿ni en karaoke?
-Ja ja bueno, sí, la verdad sí, hace unos meses a una chica, le canté frente a su familia y con mariachis jajaja.
-¿Eres de los que llevan serenata y todo eso?
-No, era algo especial.
-¿Entonces no me cantarás hoy, ni porque yo te haya cantado balazos con alas de mariposa?
-Jajaja así es, cantas chido Isabel, tienes toda la actitud.

No le cantaría nada, platicamos un rato más y nos salimos del café, pasó al baño y yo también. Adentro me metí una llave de soda porque sentí que comenzaba dormirme y quería seguir despierto, tenía que manejar. Nos detuvimos unos instantes frente a la proyección al aire libre, era tiempo de irnos.

-¿Me vas a llevar en tu Vespa?
-No traigo casco extra.
-Uy, pensé que me cederías el tuyo.
-Jajaja tienes razón, usa el mío ¿por donde vives?
-No, olvídalo, creo en la espontaneidad de las cosas.
-Imagina que somos pareja, así son los malentendidos en pareja.
-Tú y yo nunca podremos ser pareja maidir, y es una pena porque en este momento sé que te mueres por meterte en mis panties tanto como yo en tus pantalones, no entiendo porque te quieres ir según leí en tu blog, a conocer el país en tu Vespa en las siguientes semanas. No entiendo que buscarás afuera, que no encuentres dentro de ti, me gustas desde que te vi por primera vez en el estúpido programa ese de cable, me encantaba cuando escribías con las entrañas, como buen hater, luego te amansaste, pero no dejé de leerte, sí, nunca he dejado de leerte y sé que tienes mucho por compartir, quisiera platicarte del libro que actualmente estoy leyendo “El queso y los gusanos” de Carlo Ginzburg de cómo se ve el cosmos en los ojos de un molinero del siglo 16, es de un cuate como tú, que lo mandan a la hoguera por pensar diferente, habla de por qué la gente piensa como piensa, y acá no hay hogueras Carlos, no entiendo de qué huyes o que buscas, aunque tampoco te lo he preguntado y veo en tus ojos que sigues enamorado de tu ex novia y sé que lo vas a negar, pero tampoco lo preguntaré porque tengo miedo a que digas que sí… ash y es tan cursi esto que estoy confesando, pero a ti no tengo ni miedo de confesarte mis placeres culposos literarios, sí, pienso en “Mal de amores” de Ángeles Mastreta, no puedo dejar de pensar por momentos que tu eres mi “Daniel” de esa novela, quiero que me cuentes que lees y que pasa por ese tu cerebro tan libre, tan complejo, pero ahora, tu y yo no podemos ser pareja, para empezar porque te vas y eso me jode.

Le insistí una vez pero no cayó, solo se quedo con los brazos cruzados detrás de su espalda y viendo hacia el suelo, le enredé mi bufanda porque la temperatura era otra ahora. Más fría.

Nos vimos y de nuestros alientos salía vapor, su piel era tan blanca, sus ojos tan grandes, su cabello tan negro, su cuerpo tan delgado, sus clavículas y parrilla costal tan marcadas, era tan articulada para hablar, sus manos estaban tan frías, tan finas, tan temblorosas, la cubría una especie de alo de inolvidabilidad y los dos suspirábamos sin dejar de vernos, en el momento que sonó mi celular, apuntó con su dedo en dirección de donde sonaba invitándome a contestar. Al sacarlo, en la pantalla decía “crazy bitch”, se rió y le dije que era una paciente que había sufrido un accidente, siguió sonriendo y contesté, era Claudia nuevamente, informándome que en Wikipedia había encontrado que mucha gente había muerto del latigazo y que eso era Whiplash, que si ella no corría riesgo, no quise perder el tiempo explicándole que cuando así sucedía, pasaba al momento la muerte por una sección medular a nivel de las vértebras del cuello, me limité a decirle que si, pero que afortunadamente ella estaba fuera de peligro, que se lo garantizaba y que no dejara el collarín ni los analgésicos ni los antiinflamatorios.

Mientras conversaba con Claudia, Isabel se alejaba en reversa, con pequeños saltos y andares, sin dejar de verme, cada vez más rápido y volteando de vez en vez para asegurarse de no tropezar con nada, se comenzó a perder en las sombras más allá de los puestos de películas pirata, terminé la llamada, no sabía que pensar, ya no la veía ¿dejaba mi Vespa y me iba a buscarla? ¿Tendría razón de que no podíamos ser pareja?

Así son los días del 2015, sabía que bien podía haberme quedado en mi puto apartamento, con mi jodida depresión, empacando para mi partida y poniendo mi Vespa a punto para el viaje que me esperaba por lugares desconocidos, pero donde, al igual que acá, la mayoría de la gente, se cree, cómo Claudia, la primer fuente en Google search o cómo Isabel que se enamora de alguien virtual, pero una parte muy grande en mis tripas, quería ir tras de ella. Le di dos patadas a la Vespa y encendió, me coloqué el casco sin estar seguro si iba a alcanzarla o me perdía igual.

Antes de meter primera, saqué mi teléfono para buscar una canción para el camino, o el teléfono de Isabel. La pantalla, parpadeó frente a mi mirada tres veces… y se apagó.

CarLost

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