Tomando el control

Tomando el control

-¿Cuánto tiempo te preparaste para esta carrera Doc?, me dicen que vuelas.
-No, de hecho esta es para la que menos me he preparado, no sé cuánto, no lo suficiente.

Así de ambigua y en negación es que era mi respuesta para una de las competidoras y miembros del club Spartans Runners de Reynosa. Con ellos he venido corriendo en diferentes competencias en los últimos años, no me atrevía a darle un no, un no me preparé para nada, no hice distancias, no hice ascensos, no hice montaña… pero sabía que podría con él, no daba por sepultadas mis aspiraciones, pues sé que en el de la Ciudad de México, no me había ido tan mal, hacía apenas tres meses atrás.

El maratón de Monterrey ya lo había corrido un par de veces, siempre me ha dejado grandes enseñanzas, verán, el momento en que estás solo con tus fuerzas, exigiéndote en las subidas, el asfalto, el clima, el corredor que se atraviesa por tomar hidratación, te pasan muchísimas cosas por la mente, son demasiados los veintes que te caen, como carreteras de información que a veces lo más difícil es descifrar, caer en cuenta y es que generalmente, lo más complejo para entender, es a uno mismo. El lema de esta Maratón era “Tomando el control”, para mí no era muy claro cómo esto me aplicaba en esta ocasión, pero tenía 42 kilómetros para averiguarlo.

Tomar el control a veces significa hacer rewind o rebobinar, si en retrospectiva veo mi intención y ánimo de correr esta carrera, para la que tenía la mentalidad, convicción y entusiasmo por completar hace unos 6 meses cuando me inscribí feliz de imaginarme, una vez más en las calles regias, llenas cada vez de más rascacielos que te indican a donde apuntan tus metas y sueños, pero eso era entonces. Hace unas tres semanas ya había bajado los brazos. Siendo realista conmigo, no tenía para qué correrla. Sería riesgoso. Sería como jalarle la cola al diablo, para que me ocurriera una lesión. Mi preparación era nula. Y entonces apareció una amiga 5 días previos a la competencia, platicando con Tavatha por teléfono, le expliqué que no la correría, le dije mis porques, le di mis motivos, que si este año había sido muy culero conmigo, que por cuestiones emocionales descuidé mis entrenamientos, que si por apoyar en otras cosas me desvelé en tiempos récord todo este 2014, que si la ruptura con mis socio 1 y luego con mi socio 2, mis respuestas estaban llenas de seguridad, salpicadas de hartazgo y un dejo de tristeza con aceptación. Yo estaba decidido a no correrla. Pero cuando acabé de decirle esto, me dijo con su acento venezolano “ah ¿y ya por eso usted se va a quitar el gusto de correrla?, ¿por qué tiene que ir a fuerza por tiempo récord?, ¿que no puede simplemente dársela, correrla solo con el afán de disfrutarla?, ¿va a permitir usted que el mundo o la vida le hagan o le quiten esto?”. Cuando terminó de cuestionarme, no escuchó más que silencio de mi parte por muchos segundos, luego preguntó por mí tres o cuatro veces, “Carlos, Carlos, está usted ahí Carlos… “ yo estaba quebrado del otro lado del teléfono, no podía contestarle a Tavatha porque con lo que me acababa de decir, me había dado en el punto, tenía razón y yo correría esta carrera por mí, no por nadie más, correría de cadera parada, a pasito fresón si era necesario, sin desgastarme para no lesionarme y maravillarme con el recorrido.

Tengo que agradecer enormemente a mi compañero de la facultad y amigo, Freddy Huaman, yo ya le había comunicado que no la correría unas semanas antes y le había pedido que regalara mi número de competidor o lo vendiera o hiciera con él lo que le vinera en gana, me insistió poco en esta ocasión, las razones que le di en su momento eran las mismas que le había otorgado a Tavatha, a otros amigos y amigas, a mí, frente al espejo. Parecían contundentes. Pero Freddy abrigó la esperanza y no se sorprendió mucho cuando a media noche, faltando menos de una semana para la maratón le preguntara si aún tenía mi folio, solo se carcajeó de la alegría y me recordó cuan pinche loco estaba.

prima

Una maratón es una prueba en muchos aspectos, sabemos bien que después de la famosa pared adelantito del kilómetro treinta, se acaban las reservas de glucógeno y se puede decir de una manera muy romántica, que corres con la pura mente, con la fuerza mental que hayas podido desarrollar a lo largo de tu vida. Empecé lento, según yo, pero hay veces que tu naturaleza indómita te jala y te lleva a la esencia, a los 10 kilómetros llevaba poco menos de 50 minutos, no sentía nada de cansancio, entero es que andaba. A los 20 ya contabilizaba 1:40, seguía completo, entero. En una pieza. Iba por Lázaro Cárdenas observando las nuevas edificaciones, recordando ayeres regios y mi bregar por estas calles. Pero entonces al 25 y al 27, mi cuerpo me recordó de manera muy clara, con tirones y calambres por el resto de la competencia, que podía sobrarme corazón, pero que si no me había preparado, no saldría sin raspones en esta ocasión… tuve que bajar tremendamente mi paso, en ocasiones mis trotes ya eran caminatas, pero no iba a detenerme, para atrás o claudicar, no estaban como opciones. Me comencé a llenar de tristeza, pero también de reflexiones y entendí entonces el error tan grande en que había caído. El hecho de que no me preparara lo suficiente para esta carrera, no había sido culpa de mi ex socio, ni de mi ex pareja, tampoco de los desvelos por las excusas que quisiéramos poner en las líneas en blanco, con libertad de llenar, que nos presenta la vida, el único responsable era yo y no lo había alcanzado a visualizar antes, cómodo sería continuar culpándoles o atribuyéndoles responsabilidad de algo que me corresponde única y exclusivamente a mí, volteaba a ver a los demás corredores y ahora entendía muchas cosas, me entendía. Existen seres humanos que toman las calles para reclamarle al gobierno por la falta de trabajo, de oportunidades, por injusticias al grito de un “ya me cansé”, otros que las toman para solicitarle a la virgen o a San Judas que les ayude en el año con algún milagro o que les limpie el camino de vicisitudes. Nosotros por otro lado, los corredores tomamos las calles y paramos el tráfico, para pedirle al único ser al que podemos exigirle que cambie, que revire, que dé más, que sea mejor, que tenga huevos: a uno mismo. No tenemos tiempo de decir “ya me cansé”, no queremos que nadie nos limpie al camino o nos lo haga más fácil, eso le restaría enseñanza al proceso de aprendizaje. Tomar el control en esta ocasión, significa tomar responsabilidad, si yo soy responsable de mis actos, alcances, logros y de mis decisiones, yo tengo el control de mi vida, si le atribuyo a gobernó, a la iglesia, a las casualidades de la vida, a mi ex pareja, a mis ex socios, a mis padres, al mercado, a la economía nacional simplemente le estoy dejando la responsabilidad y el control a otros, siendo su esclavo, delegando a terceros mi única responsabilidad: ser feliz. Tomar el control, significa ser libre.

Yopu

Durante el resto del camino intercalé mi paso entre correr, pasitos cortos, cojear a veces con sonrisa, otros con sollozo, muchas con coraje y fuerza. Crucé la meta y no pude evitar quebrarme una vez más, afortunadamente traía mis gafas oscuras. Eso no se ve tan bien a veces.

Ya en el área de recuperación, cada movimiento de la cintura para abajo dolía e incapacitaba, me encontré con un par de Eduardos, uno de 76 años y 66 maratones, el otro con 60 pero con 111 carreras en sus espaldas… cuantos caminos por recorrer, me ponía a pensar. Se me acercó de nuevo la compañera de Spartans y me preguntó por qué estaba tan agüitado:

-“No estuvo mal Doc ¿Cuánto dice que se preparó para esta carrera, nada?”

La voltee a ver con la mirada perdida por el recorrido, con los ojos que pones cuando ves para adentro y le contesté al botepronto:

-Cuarenta y un años, cuarenta y ocho semanas y tres días.

Gracias a todos, si comienzo a poner a quienes… no paro.

CarLost (and found)
freddyyyo

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