Meditación Filosófica

La práctica y enseñanza de la meditación es uno de los retos más importantes con que me he enfrentado en el ejercicio de la profesión, considero a la meditación cómo: sumamente importante, en el manejo de cualquier enfermedad y en el desarrollo cotidiano del individuo. Ya en otra columna titulada: «Aprendiendo a respirar, meditar y sanar»  (https://finciprio.wordpress.com/2015/11/23/254/) les doy mis bases para la meditación. Hoy les comparto la visión y ayuda en el tema por parte del filósofo y  autor suizo-británico Alain de Botton, espero lo disfruten:

Una de las formas más nobles de lidiar con nuestros problemas del día a día es a través de la meditación. En este proceso se amplían los pensamientos, se vacía la mente y nos enfocamos en muy pocas cosas cómo el vuelo de una hoja seca, o una corriente de agua… pero esta nueva forma, no está basada en ideas del lejano oriente sino de occidente y su tradición filosófica, la podemos llamar: meditación filosófica.

Está basada en que muchos de los problemas en nuestra mente vienen de pensamientos que no han sido desanudados, desenredados, examinados y propiamente confrontados, así qué como la vida va tan rápido los acumulamos muchos pensamientos no «desmenuzados» en el día a día. El insomnio por ejemplo es la venganza de pensamientos que ahí estuvieron pero que no confrontamos durante el día. Estos pensamientos no enfocados/confrontados, generan una ansiedad de “electricidad estática” o nubarrones de “pistas” no específicas, si no hemos estado en contacto estrecho con nuestros pensamientos, podemos parecer a veces intolerantes o irascibles. Y para esto es que la meditación filosófica fue hecha.

Es una herramienta para limpiar nuestras mentes y recuperar el sentido de nuestras emociones, de las cosas y tener una mejor idea del todo.

Para ello necesitamos primero darnos un tiempo, idealmente unos 20 minutos al menos una vez por semana (diario sería fantástico), sentarnos en la cama muy temprano en la mañana o en la tarde ya acabando la jornada. Juntar 3 hojas de papel en blanco y centrarnos en 3 grandes preguntas, una en la cabecera de cada hoja:

1.- ¿Qué me hace sentir ansioso en éste momento?

2.- ¿Qué me está molestando/inquietando/enojando y con quién estoy molesto?

3.- ¿Qué me hace sentir emocionado, entusiasta y ambicioso en éste momento?

Entendamos primero que cuando se nos pide contestar preguntas como éstas, nuestra mente reacciona de manera inarticulada y con algo de miedo, generalmente algo se nos ocurre o se nos viene a la cabeza pero no podemos del todo decir “de qué se trata”, puede ser una palabra, una imagen mental, un lugar o el nombre de alguien, pero eso no importa, escribirlo todo o trata de dibujarlo tal como te aparece sin preocuparte demasiado por si tiene sentido o no. La meditación filosófica puede ser muy parecida a limpiar el ropero de la abuelita, solo que en éste caso es nuestro ropero/mente y debemos primero sacarlo todo para comenzar a depurar-lo y priorizar.

Así que en la primera puede que no tengan sentido las cosas que se nos ocurran ni siquiera a nosotros mismo, puede ser un nombre, un horario, una frase, asunto o evento, pero continua y continua, con todos los pensamientos ya escritos o dibujados, hay que pasarlos por el colador de las siguientes preguntas:

A.- ¿De qué se trata realmente éste periodo ansioso? Aquí ve todas las razones o motivos para sentirte así, trata de incluso imaginarte «el peor escenario». B.- ¿Qué pudiera pasar si las cosas no salieran cómo quieres?, pero cómo aun así estarías bien. No, no te llenes de “falso optimismo”, no se trata de eso, por el contrario, imagina los más oscuros escenarios y te darás cuenta cómo prácticamente a todo aplica un: “sobreviviré”. Y así pasamos a la siguiente pregunta (2):

2.- ¿Qué me está molestando/inquietando/enojando y con quién estoy molesto?  Y la teoría acá nos dice que muy pocas veces nos paramos a analizar los porqués nos sentimos lastimados por alguien, porque eso nos sitúa en una posición de vulnerabilidad, pero pretendemos que no y pagamos, queramos o no, por este falso estoicismo en el día a día, y estas heridas no digeridas generan amargura, confusión y agresión mal dirigida, al grado de comportarnos fríos con nuestra pareja o familiar, con quien sin saberlo estamos furiosos, así que vaciamos el clóset de nuestra mente de todas las cosas/personas que nos lastiman, enojan, incomodan o hieren, toma todo lo escrito y pásalo por el colador de las siguientes preguntas:

A.- Re cuenta-te la historia de los hechos que te hieren o molestan cómo si se los contaras a tu mejor y más paciente amigo/a, al terminar de re-contarte, pregúntale a ese mismo amigo (ahora imaginario) B.- ¿Cómo es posible que ésta persona esencialmente buena, haya hecho esto que ahora me hace sentir tan mal, si no son malos por naturaleza? C.- ¿Qué otra explicación podría haber para haber hecho eso que me hirió tanto? Y de haberle pasado esto, no a ti, sino a un amigo D.- ¿qué le aconsejarías?

Por último, vamos a la tercera pregunta y expurguemos de ese “clóset” todo lo que nos entusiasma y preguntémonos que cosa o situación recientemente me ha hecho sentir entusiasmado, envidioso o deseoso, imagina que se los cuentas a un amigo sumamente entusiasta y pregúntate ¿cómo sería cambiar tu vida con/por éste nuevo entusiasmo?, ¿esta nueva emoción contiene algo o una pieza faltante en tú vida?, ¿qué te falta en ésta vida?, si eso que te emociona tanto hablara ¿qué te diría?, si esto pudiera cambiar tu vida ¿Qué cambiaría?, si otras partes de tú vida fueran como ésta “nueva” ¿cómo serían?

Si bien la meditación filosófica no es magia que desaparece nuestros problemas, si nos ayuda a llevar un orden, priorizar y avanzar en lo que verdaderamente nos proporciona: la alegría de vivir, una vez que lo hacemos, notamos como es más fácil llevar, disfrutar el día a día, dejar mucho tiempo sin hacerlo, solo llena más el “armario emocional” y así los miedos, resentimientos y esperanzas se vuelven más fáciles de manejar, nos asustamos menos del contenido de nuestros pensamientos, volviéndonos menos amargosos y más claros referente a nuestra misión en ésta experiencia de vida comenzando por fin, al final de la jornada, a verdaderamente conocernos a nosotros mismos de una manera más propia y amigable.

Tomado del texto: Meditación filosófica de Alain de Botton.

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